Los cuatro
puntos del maestro secreto
En mi camino de aprendizaje y búsqueda de
la verdad, aquel que me hizo iniciar la consciencia de mi ignorancia e
imperfección, he utilizado con algún acierto la brújula masónica que nos
enmarcan las cuatro virtudes cardinales; Prudencia, Justicia, Templanza y
Fortaleza.
Gracias a ellas, he hallado el
correcto camino a los cuatro ángulos del Templo, encontrando en ellos los
cuatro puntos que caracterizan al Maestro Secreto; Saber, Querer, Atreverse y
Callar.
Deseo compartir con vosotros mis
hermanos, este recién adquirido conocimiento, con la esperanza de que os sirva
como a mí, de ayuda en nuestro camino de peregrinaje. Espero que mi corto
entendimiento sea suficiente para ilustrar adecuadamente esta plancha, por lo
cual os ruego no juzguen severamente mis palabras, y que me ayuden con nuestras sabias observaciones, en aquellas cuestiones que mi limitado entender
no ha sabido explicar, ver o comprender.
SABER, no solo es el primer
punto, es en sí mismo la unidad, representa y engloba a todos, pues en todos está
presente, pero antes de adentrarnos en su desarrollo, deberemos matizar su
significado para diferenciarlo de sus aparentes sinónimos; Inteligencia y
Sabiduría. Inteligencia es la capacidad de adquirir conocimientos, pero no su
adecuado y correcto uso. Un Hombre culto e inteligente puede ser un necio
arrogante cegado por su aparente conocimiento.
sabiduría no indica ni proceso ni
capacidad de adquisición de conocimientos, sino el conocimiento aplicado a sí mismo,
es decir, conocer el uso adecuado y correcto de los conocimientos que uno
posee. Un sencillo y humilde analfabeto puede ser un hombre sabio, que reconoce
sus limitaciones y siempre está dispuesto a escuchar y aprender.
La Inteligencia no discierne, no
analiza, no cuestiona; Solo adquiere y atesora, es egoísta en si misma, y si no
va pareja de otras cualidades, torna en egoístas y arrogantes a quienes la
poseen. La Sabiduría interpreta el conocimiento analizando, cuestionando su
valor, su utilidad, reciclando todo ese análisis en el ciclo sin fin del
aprendizaje continuo. Pone sus conclusiones al servicio de los demás, es
altruista y desinteresada.
Y no confundamos Saber, con Sabiduría.
El Saber es el proceso, la Sabiduría el resultado. Por ello, para el Maestro
Secreto es importante el Saber, pues si consigue dominar el proceso, adquirirá
la Sabiduría que le conducirá a su equilibrio interior.
Adquirir una información o dato,
no entraña entenderlo, comprenderlo o saber usarlo. Es un conocimiento
incompleto, pero que necesitamos adquirir, pues es la materia prima sobre la
cual aplicamos el proceso del Saber, para llegar a la Sabiduría.
Discernir, es la capacidad de
penetrar en el conocimiento, para ver y comprobar lo real, y diferenciarlo de
lo ilusorio. A mayor penetración, más cerca de la realidad estaremos. La realidad
tiene dos grados que coexisten de forma paralela. El exterior o material, es
aquel que percibimos deforma aparente; El interior o ideal, es aquel que
intuimos su existencia. Lo real, es la esencia trascendental de las cosas; el
núcleo. Lo ilusorio, los cambios y variaciones externas; la superficie.
La Realidad son los principios
verdaderos, La Verdad y está situada en el núcleo interior, en el centro, donde
un Maestro Masón jamás puede errar. Este Centro, representado por la Cámara de
En medio, la Tumba de Hiram o El centro de la Piedra Cúbica, es nuestro centro
interior, al cual llegamos a través de la concentración en el silencio, para
lograr la visión interior de uno mismo.
Es en esta visión interior donde
uno percibe la realidad, lo más profundo de nuestro ser; la individualidad que
hace a cada hombre un ser único y diferente. Somos Nosotros ante Nosotros. Por
el contrario, la ilusión es la exteriorización de nuestra personalidad según
los roles sociales. Somos Nosotros ante Los Demás.
Saber discernir, nos hace
profundizar en nuestra auténtica realidad interior, y llegar al conocimiento
íntimo de nosotros mismos. Y no debemos olvidar que estamos en un ciclo
continuo, que en cada paso adquirimos un conocimiento en el cual debemos
penetrar para saber discernir en él lo material de lo ideal, la realidad de lo
ilusorio, la verdad del error.
Analizar, es enfrentarnos al
conocimiento y aceptación de la verdad y al rechazo del error que busca la
supremacía del materialismo exterior sobre el idealismo interior. Analizar,
supone responder de forma constante a una pregunta; ¿Qué clase de Hombre somos?
¿Los que Saben y se aceptan, o Los que No Saben y se ignoran?
Los que No Saben, son
materialistas cuya Deidad es la riqueza exterior en cualquiera de sus formas.
Su atención se dirige hacia lo exterior, la ilusión periférica. Se alejan de la
conciencia central de la realidad y vagan perdidos por el error que los guía.
Los que Saben, son idealistas
fieles de la religión única de la verdad. Su atención se enfoca hacia el
centro, hacia el espíritu interior. Han encontrado la verdadera luz, que les
guía desde su interior, desde su centro espiritual, y caminan en armonía con el
Gran Arquitecto del Universo.
La Luz de la realidad está en nuestro
interior, para hallarla debemos alejarnos de lo material, de la evidencia
exterior y adentrarnos en el centro, en el núcleo de todo, y elevarnos al reino
abstracto delo ideal. El idealista vive en un plano de realidad superior, que
el materialista ignora, pues la verdadera luz procede del abstracto Reino de
las ideas.
Sin embargo, si descuidamos lo
material, si aislamos nuestro interior del exterior, la materialidad, a través
de sus condicionantes sociales (moda, status social, apariencias, etc.), creará
una corriente hacia nuestro interior bombardeando continuamente su núcleo e
influyendo en nuestra personalidad, provocando un desequilibrio y caos
interior, que nos provocará inseguridad, falta de confianza en nosotros mismos
y dependencia del materialismo exterior.
No hay que descuidar lo material,
sino dominarlo para que nuestra materialidad sea un reflejo expresivo de
nuestra idealidad; Desde nuestro centro interior, la idea busca salir al
exterior y materializarse en un pensamiento, palabra u acción, consiguiendo así
el equilibrio individual y la paz con el Gran Arquitecto del Universo.
Valorar, es saber discernir el
bien del mal. Este paso solo puede realizarse desde el interior, gracias a la
serenidad que nos proporciona la luz de nuestra realidad interior. Pero para
ello, debemos tener claros los conceptos de que es bueno, y que es malo.
Lo bueno, es lo que nos ayuda y
favorece en nuestro progreso individual, de acuerdo siempre con las sagradas e
inmutables leyes de la naturaleza. Lo malo, es lo que nos retrasa, lo que
obstaculiza nuestro progreso individual, y todo aquello que atenta contra las
leyes naturales.
Para valorar, el materialismo
sopesa el valor y la condición de las cosas, pudiendo presentarse este trance
como positivo o negativo según su cuantificación material. Sin embargo, para el
idealismo el trance siempre es positivo, pues evalúa la actitud ante la
oportunidad, y las oportunidades deben aprovecharse siempre, pues ante una
circunstancia aparentemente adversa, con la guía de nuestra luz interior,
conseguiremos reconocer una oportunidad positiva dentro de un trance
aparentemente negativo.
Desde la Paz interior, todo
trance debe ser acogido con serenidad y comprensión, considerando el mal
aparente como una ocasión que se revela, manifestando un bien real que se
hallaba escondido en un estado latente. Saber Valorar, nos ayuda a obrar según
los principios de nuestro interior espiritual, y no según las circunstancias de
nuestro exterior material, pudiendo así distinguir y ver la relativa importancia
y utilidad de las cosas.
Entender, es conocer la realidad
interior de cada una de las cosas que hemos valorado, así como su importancia y
utilidad. El entendimiento real de las cosas, nos permite conocer su auténtica
finalidad, así como su correcto, adecuado y debido uso. También el conocimiento
de su importancia real, nos permitirá la conciliación de intereses en perfecta
armonía, priorizando una u otra causa en función de las necesidades reales, de
su auténtico fin y de su correcto uso.
Juzgar, es evaluar la importancia
de las cosas no por su magnitud exterior, sino por la implicación y capacidad
de favorecer y desarrollar nuestro interior, y nuestra armonía con la
naturaleza y el Gran Arquitecto del Universo.
Por ello, debemos esforzarnos en
juzgar por nosotros mismos, y no entrometernos indebidamente, en especial en
juicios negativos, en lo que no nos corresponde, por muy elevada y altruista
que sea nuestra finalidad. Cada uno debe cumplir con su deber, y no podemos
pedirle a nadie que realice o juzgue el deber ajeno.
El Conocimiento se nos da para
usarlo. Él nos ayuda a discernir la Verdad del Error, lo Justo de lo Injusto,
el Bien del Mal. Cuando tras habernos juzgado interiormente nuestra conciencia
nos dicta la sentencia, debemos Saber Reconocer su dictamen y aplicarlo.
Debemos saber extraer de nuestro interior los valores ilusorios sobre los que
se apoyan la Ignorancia, la Superstición y el Fanatismo.
No solo hemos de buscar la verdad
interior, debemos ser consecuentes con ella, y reconocerla en cada uno de
nuestros pensamientos, palabras y acciones, para que sea nuestro interior el que
condicione nuestro exterior.
En resumen, SABER implica todo el
procedimiento que debemos seguir si deseamos alcanzar la sabiduría, que no es,
sino, el uso correcto, adecuado y debido del conocimiento, para nuestro
progreso y desarrollo individual interior, en armonía con todos y con todo lo
que nos rodea; Con las Leyes de la Naturaleza; Con el Gran Arquitecto del
Universo; y Con Nosotros mismos. Saber es adquirir, discernir, analizar,
valorar, entender, juzgar y reconocer la verdad en nuestro interior. Si
seguimos adecuadamente cada paso, hallaremos en nuestro interior la luz de la
verdad que nos guiará a la Sabiduría.
QUERER, es el segundo punto, y
manifiesta una voluntad que está presente en nosotros siempre,
independientemente de nuestro materialismo o idealismo. De nuestra
superficialidad, nacen deseos y voluntades que provienen de las limitaciones
ilusorias de nuestro ego, convirtiéndonos en seres egoístas.
A través del SABER, nuestra
voluntad interior es purificada y elevada a un plano espiritual. El Maestro
Secreto que en el Santuario de su corazón haya buscado, encontrado, reconocido
y aceptado su realidad interior, está iluminado por la verdad, y no hará ni
deseará ninguna cosa que no sea la perfecta manifestación de su realidad
interior, por lo cual, todo lo demás, lo exterior, lo material, cesará de tener
poder de atracción sobre él. Así es como
el Maestro Secreto domina su voluntad individual, haciéndola más poderosa,
consiguiendo una más perfecta y libre expresión de sí mismo, y eliminando los
deseos ilusorios negativos, provenientes de nuestro exterior material.
QUERER, es desear. Y desear es
dirigir nuestra voluntad. Este punto representa lo dual, a través de la
dualidad SABER-QUERER, pues si en nuestro interior no hemos conseguido saber
discernir el bien del mal, si no hemos hallado nuestra realidad interior, nuestro
centro espiritual de donde emana la Luz de la Verdad, nuestra voluntad será
corrompida por los deseos ilusorios del exterior y seremos esclavos de lo
material.
QUERER, es dirigir nuestra
voluntad interior hacia el exterior, concentrando y elevando nuestros deseos,
fijándonos en la esencia interior y originaria de las cosas, y no sobre su
apariencia exterior.
QUERER es despertar esa voluntad
dormida, latente en nuestro interior; Es la tumba de Hiram de la que debemos
resucitar; Es la palabra perdida que debe ser encontrada y reconocida. Y la
llave para llegar a esa voluntad dormida está en nuestro interior, en nuestro
centro espiritual, en nuestro corazón.
ATREVERSE, es la voluntad
traducida en acción, que nace de la Dualidad SABER QUERER, transmutándose en la
Trinidad SABER-QUERER –ATREVERSE. Una vez hemos discernido el Bien del Mal,
hallada nuestra realidad interior, guiada nuestra voluntad por la Luz de la
verdad que emana de nuestro corazón, es el momento de actuar, de ATREVERSE a
manifestar el interior idealista y hacer que este prevalezca sobre el exterior
materialista. Debemos atrevernos a buscar en toda cosa su punto de origen y la
realidad central que la causa, fijando sobre estala punta del compás de la
comprensión, con la seguridad de que el otro extremo del compás producirá por sí
mismo, una adecuada manifestación exterior, en el círculo de la existencia
donde se mueve.
El atrevimiento es la inspiración
que baja del cielo, en respuesta a nuestras aspiraciones purificadas, que
emanan desde nuestro interior guiadas por nuestra voluntad espiritual. Tras el
paso del SABER y del QUERER, solo queda esperar la respuesta de la acción. Mas
esta no es inmediata, ni innata. Podemos decidir continuar en estado latente,
dormido, sin realizar acciones concretas que sean consecuencia del
SABER-QUERER.
Por ello, el verbo que forma esta
trinidad no es ACTUAR, pues la pasividad es una forma de acción que no responde
a la coherencia exigida en la dualidad SABER-QUERER. ATREVERSE, nos obliga a
ser consecuentes con nuestra realidad interior, nuestro pensamiento y nuestra
voluntad espiritual, pese a que ello implique esfuerzos y sacrificios.
ATREVERSE, adquiere un reforzado
significado en una sociedad como la actual, que vive muy pendiente de los
signos exteriores, donde el relativismo evita cualquier situación compleja que
pueda exigirnos algún tipo de esfuerzo y sacrificio.
ATREVERSE a manifestar nuestro
interior espiritual en nuestra carcasa exterior material, ATREVERSE a que nos
conozcan realmente como somos, ATREVERSE a contagiar a nuestros semejantes con
nuestros pensamientos, palabras y acciones, es un paso decisivo y nada fácil,
pero es una obligación de coherencia interior, pues de lo contrario, la
dualidad SABER-QUERER habrá fracasado en su intento de iluminación
interior.
El dominio de la mente comienza
por la seguridad en uno mismo, en sus propósitos, por lo cual debemos asegurarnos
que son las inspiraciones divinas que descienden en respuesta de nuestras
aspiraciones superiores. El desinterés altruista caracteriza a las
inspiraciones divinas, frente al egoísmo materialista que caracteriza a las
tentaciones materiales, que se presentan a cada momento, forzándonos
constantemente a elegir. Por ello, en la meditación del silencio y en la
constante concentración mental, hallaremos la fortaleza que nuestra mente
precisa para acometerla acción, que será rectamente dirigida cuando la iluminan
nuestras más altas inspiraciones.
ATREVERSE, es nuestro verdadero
deber, que es expresar o manifestar la Luz que se halla latente en nosotros,
según la voluntad manifestada por el Gran Arquitecto del Universo en nuestro
interior. Para el cumplimiento de este deber, usaremos adecuadamente la
escuadra, que mide lo material, con el compás que comprende lo espiritual,
buscando una actitud de tolerancia y comprensión que nos aleje del fanatismo,
la superstición y la ignorancia. La perfección se haya constantemente en el
medio, entre la escuadra y el compás. Por ello, el Maestro Secreto coloca entre
estos dos instrumentos la llave del iluminado entendimiento que lo caracteriza,
emblema de la armonía que realiza entre el juicio y la comprensión.
ATREVERSE, es el resultado
natural de la firme concentración que ha producido nuestro QUERER, habiéndonos
establecido firmemente sobre la unidad central. Nada debe alejarnos del sendero
interior, único en el que se encuentran nuestras posibilidades de progreso.
CALLAR, es el cuarto punto que
cierra el círculo. Es también la cuadratura del ciclo de la actividad, SABER-QUERER-ATREVERSE-CALLAR.,
que muestra la perfecta relación del centro con la periferia. CALLAR es
silencio y el poder que esta encierra. Cultivar el silencio en nuestros
proyectos y actividades es asegurar su éxito; Propicia el apoyo de los Poderes
Invisibles que únicamente en el silencio encuentran un medio de expresión. Las
fuerzas de la Naturaleza actúan en silencio, y en silencio cumplen sus mayores
milagros. El ruido es la energía desperdiciada por la falta de concentración,
por lo cual, debemos esforzarnos en trabajar en la armonía del silencio, virtud
qué nos enseña la masonería desde nuestra admisión, y que nos recuerda
especialmente en este grado que lleva como nombre “Secreto”, y como signo, el
Signo de Silencio.
Debemos CALLAR respecto de lo que
somos, sabemos, queremos y hacemos, pues hablar es síntoma de vanidad. El
hombre que habla demasiado, es esclavo de sus palabras. Y son nuestras acciones
las que deben hablar por nosotros, pues debemos brillar por nuestra propia luz
que surge desde nuestro interior.
La virtud del silencio debe
considerarse bajo el aspecto dual de la disciplina exterior y la realización
interior. Este aspecto dual se refleja claramente en la triple dualidad que
forma con los otros puntos; SABER-CALLAR; QUERER-CALLAR; ATREVERSE-CALLAR.
La disciplina exterior, es
SABER-CALLAR todo lo que no se considere útil o necesario, venciendo y
dominando la locuacidad instintiva que nace de la vanidad y la falta de
reflexión. Hay que SABER-CALLAR todo lo ilusorio, y lo que no ayude ni
favorezca la plena manifestación de nuestra realidad interior.
En la realización interior,
QUERER-CALLAR manifiesta la voluntad interior de concentrarse en el silencio de
los sentidos para llegar al corazón de nuestro ser, que es la esencia de la
vida y nuestro principio más elevado.
ATREVERSE-CALLAR, es la acción
consecuente de las anteriores dualidades. No hablar sobre uno mismo, aunque sea
para defenderse, pues lo que uno puede decir de sí mismo nace de la
personalidad ilusoria y refuerza la vanidad; o Buscar en el silencio la concentración
necesaria para hallar nuestro centro espiritual, son acciones consecuentes de
ATREVERSE-CALLAR. CALLAR es silencio, y la práctica de la concentración mental
es el medio para alcanzar el corazón de la sabiduría. Concentrarse
interiormente es el complemento necesario de la práctica del silencio exterior,
y el medio en que la mente calla toda vana palabra interior, o pensamiento que
no expresa la realidad.
El Maestro Secreto encuentra en
la palabra de paso y el signo de silencio, aquello de lo que no se puede hablar
por estar más allá de toda palabra, pensamiento o expresión verbal. Debe
reflexionar y meditar en el silencio del ser, para hallar el secreto
entendimiento de la realidad, cuyo resplandor interior ilumina el santuario de
nuestro corazón en una mística y única experiencia. Concluido este punto,
hermanos míos, solo me queda ser consecuente y SABER-CALLAR, esperando en mi
silencio interior nuestras conclusiones a esta humilde plancha.
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