La Piedra sin
Desbastar y la Piedra Puntiaguda
En primer plano pueden verse dos
símbolos con diferentes estadios alcanzados por la materia prima al inicio de
los trabajos y en el momento de la conclusión. A la izquierda la Piedra negra y
sin desbastar, a la derecha la misma Piedra pulida y convertida en un cubo
puntiagudo.
En primer plano pueden verse dos
símbolos con diferentes estadios alcanzados por la materia prima al inicio de
los trabajos y en el momento de la conclusión. A la izquierda la Piedra negra y
sin desbastar, a la derecha la misma Piedra pulida y convertida en un cubo
puntiagudo. En un segundo plano, aparece
una Piedra cúbica que examinaremos más adelante. En algunas Logias y en
determinados Ritos Masónicos, la Piedra con punta aparece con un hacha en su
cúspide; el carácter sideral y uranio del hacha implica que, para alcanzar esta
fase de perfeccionamiento, el Masón debe recurrir a una fuerza y un poder
situados por encima de él y de su personalidad común.
Así pues, el Grado de Maestro era
un Grado de perfección y de apertura hacia lo Absoluto. La Piedra con punta
ocasionalmente se representaba como una pirámide, en otras como un monolito de
estilo egipcio constituido esquemáticamente por un paralelogramo coronado por
una pirámide. También se le representaba sobre el plano como un cuadrado al que
se le superponía un triángulo equilátero.
Al “cuaternario inferior”
–síntesis de fuego, tierra, agua y aire- surgido de la unión de las cuatro
escuadras de brazos iguales (el “gammadion”), representante del mundo material,
se le superponía el “delta luminoso”, símbolo del mundo espiritual y de las
calidades superiores, que llegó hasta la Masonería por un complicado camino que
pasaba a través de la simbólica católica, la cual hizo de él “el ojo que todo
lo ve”, representación del mismo Dios Padre. En ocasiones el simbolismo de un
trabajo espiritual venía representado en una clave diferente, adaptado a las
características de la casta a la que pretendía ejemplificar. De esta manera, el
símbolo artúrico de la extracción de la espada de una Piedra, entraña la separación
de un principio superior representado por el mango y la guarda de la espada, de
la Piedra, representada por el cuadrado de los cuatro elementos.
La Piedra con punta simbolizaba
para los alquimistas la Piedra Filosofal, considerado como otro símbolo del
grado máximo de perfección. Lo que para los constructores y Masones era la
Piedra en bruto, para los alquimistas era la materia prima. En cualquiera de
las dos concepciones se consideraba que el objetivo a perseguir estaba
contenido en la materia a emplear. La Piedra Filosofal no estaba fuera de la
materia, a través de la cual se alcanzaba y la perfección de una estatura
estaba ya contenida en la multiplicidad de las formas posibles residentes en el
interior de un bloque de Piedra recién extraído de la cantera.
La Piedra sin desbastar y la
materia prima eran símbolos de la perfección originaria. De la misma forma que la
culminación de los trabajos en la Piedra con punta también se interpreta como
el límite de la perfección; un curioso símbolo coincidente con lo que decimos
es el del cono tallado y situado sobre un pedestal cúbico.
El símbolo que se le otorga es el
de un principio masculino –el cono- descansando sobre la Piedra femenina;
unidos así representan, como la Piedra puntiaguda, al andrógino que fue en los
orígenes y que vuelve a ser en la culminación final del trabajo sobre la
materia prima. La Piedra en bruto indica la situación del cosmos anterior a la
Creación, es, por tanto, símbolo de caos, indiferenciación y pasividad. En ese magma
entran distintos estados de la materia, no debemos reducirlo ni confundirlo con
el mundo material que conocemos; en absoluto, lo que se indica con esto es que
cuerpo, alma y espíritu están mezclados caóticamente, de tal forma que no puede
haber inicio de los trabajos sin practicar lo que la alquimia llama “el arte de
la separatoria”, es decir, la identificación y extracción de cada uno de estos
elementos de los demás. No siempre se realiza, no siempre el hombre es
consciente de cuál es la materia sobre la que debe trabajar –sobre sí mismo- y
así se producen fenómenos interiores que reproducen perfectamente los distintos
tratamientos que puede darse a la materia.
Si el artesano golpea
indiscriminadamente a la piedra, sin orden ni concierto, descuidadamente, no
conseguirá sino disgregarla en pequeños trozos, símbolo hermoso de una vida
desperdiciada y vana; si, por el contrario, logra acometer la tarea de
desbastar su piedra con cuidado y aceptando el hecho de su ignorancia y de su
necesidad de aprender, es posible, que poco a poco vaya dotando a la piedra de
forma: su ser se irá manifestando; tal es el símbolo. Los minerales, tal como
salen de la mina están muertos, es tarea del artesano o del hermetista,
revitalizarlos. Cuando el artista golpea con el Cincel la Piedra y saltan
chispas debe aprender por este signo que resta aun en el mineral el principio
latente del fuego gracias al cual, avivándolo, puede recuperar el estado de
pureza original. Esta visión del universo probablemente chocará con el escepticismo
de la ciencia para la que las nociones de vida corresponden solo al mundo
orgánico y en absoluto al mineral; pero es sin embargo una visión mítica y
mágica del mundo que, no solo ayuda a explicarlo, sino que además es utilizada
como vehículo de realización interior.
Es muy importante entender que
cuando el hermetista o el hombre tradicional hablan de la “vida de la piedra”
se refieren a una vida no orgánica, aluden a su calidad, a sus vibraciones,
identifican en la Piedra, en cada mineral, pero también en cada planta y en
cada especie animal, en cada estrella y constelación, un aspecto de todo ello
que sintoniza más perfectamente con su propia vida. El oro pasa a ser así, por
una ley de correspondencias símbolo del sol, del corazón, del centro del
universo, de la realización espiritual; la Piedra, lo es de los distintos
estados de evolución del ser.
¡Tiempo maravilloso aquel en el
que toda realidad era un símbolo y cualquier símbolo podría expresarse a través
de una realidad material!
COSMOXENUS ABBIF