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24 de febrero de 2020

Las órdenes templarias en la masonería


A menos de cuarenta años después de la fundación de la Gran Logia, las Órdenes Knightly comenzaron a desarrollarse con títulos, en algunos casos, tomados prestados de las antiguas instituciones de Christian Chivalry.

La invención tuvo tanto éxito que esas órdenes se multiplicaron desde 1754 hasta el umbral de la Revolución Francesa. Se idearon nuevas denominaciones cuando se agotaron los viejos títulos y se establecieron muchos rituales.

Veinte años después de la fundación de la Gran Logia de Londres y cuando la de Escocia no cumplía los doce meses de su fundación, el memorable masón escocés Andrew Michael Ramsay,   pronunció un discurso histórico en una Logia francesa en París, en el curso de la cual explicó que La Hermandad Masónica surgió en Palestina durante el período de las Cruzadas, bajo la protección de los Caballeros Cristianos, con el objeto de restaurar las Iglesias Cristianas que habían sido destruidas por los sarracenos en Tierra Santa.

La madre adoptiva de la masonería fue la caballería de San Juan.
Ramsay abandonó la arena masónica después de ese discurso y murió a principios de 1743, pero su discurso produjo una profunda impresión en la masonería francesa. No ofreció pruebas, pero Francia se comprometió a producir la creación de Ritos y Grados de Caballería Masónica, sin rastros de los cuales se encuentran antes de Ramsay. 

Sus primeros prototipos fueron los Caballeros de Malta, los Caballeros del Santo Sepulcro, los Caballeros de San Lázaro, todos estos bajo el sello papal y la Orden de Cristo bajo el patrocinio de la Corona portuguesa. Es necesario aclarar que esas órdenes religiosas y militares no tienen nada en común con la masonería operativa del pasado. 

Cuando la historia de una perpetuación secreta de los antiguos Caballeros Templarios surgió dentro de la Masonería, sucedió que el elemento Templario eclipsó los sueños y las pretensiones de otras Caballerías Masónicas, o más correctamente, eclipsarlos a todos. El caballero Ramsay nunca habló de los templarios; los puntos de sus declaraciones fueron que:

·      la hipotética cofradía de construcción de Palestina unida con los Caballeros de San Juan de Jerusalén;
·        que tal fraternidad se estableció en varios países de Europa cuando los cruzados retrocedieron;
·        que su centro principal, en el siglo XIII, fue Kilwinning en Escocia.

Sin embargo, las mentes masónicas francesas y alemanas continuaron trabajando en esta tesis, y al presentar al Craft las credenciales de las conexiones de Knightly, sustituyeron la Orden del Templo por la Caballería elegida por Ramsay. La batalla de Lepanto en octubre de 1571 y el asedio de Viena habían invertido los anales de la caballería de San Juan con una gran luz de valor. 

Pero esto fue poco en comparación con la atracción que, por alguna razón, se unió al nombre de los Templarios y se magnificó cuando surgió la proposición de que la gran caballería había seguido existiendo en secreto desde los días de Philippe le Bel hasta la segunda mitad de El siglo XVIII. Pero, por supuesto, no hay evidencia de ningún Rito o Grado de Caballería Masónica antes de 1737, la fecha del discurso de Ramsay.

Según el Rito de la estricta observancia, la orden prohibida fue llevada por su mariscal, Pierre d'Aumont, quien escapó con algunos otros caballeros a las islas de Escocia, disfrazado de masones operativos. Permanecieron allí y bajo el mismo velo, la Orden Templaria continuó existiendo en secreto de generación en generación a la sombra del mítico Monte Heredom de Kilwinning.

La primera orden de caballería masónica que presentó la historia del origen templario fue The Strict Observance, fundada por el barón von Hund en Alemania entre 1751 y 1754.

La historia del origen.

La historia cuenta que la Orden Templaria comenzó en la pobreza, pero Balduino II, Rey de Jerusalén, les dio una casa en las cercanías del sitio donde se había construido el Templo de Salomón. Cuando Hugh de Payens y el resto de los primeros Hermanos lo repararon, sus operaciones de excavación desenterraron un cofre de hierro que contenía tesoros invaluables. El principal de ellos fue el proceso de la Gran Obra en Alquimia, en otras palabras, el secreto de transmutar metales, tal como lo había comunicado a Salomón el Maestro Hiram Abiff.

Solo de esta manera es posible dar cuenta de la riqueza que adornaba y caracterizaba el Primer Templo. El descubrimiento también explica la riqueza adquirida por la Orden Templaria y que más tarde llevó a su destrucción. Los traidores que conocían el secreto, aunque no lo habían logrado, revelaron el hecho a Clemente V y a Felipe la Feria de Francia, y el verdadero propósito de la persecución que siguió fue arrebatar el proceso de transmutación de las manos de sus custodios. 

Jacques de Molay y sus co-herederos murieron para preservar ese secreto, pero tres de los Caballeros iniciados escaparon y después de un largo viaje de un país a otro, encontraron refugio en las cuevas del Monte Heredom. Fueron ayudados por los Caballeros de San Andrés del Cardo, con quienes hicieron una alianza y a quienes les dieron su conocimiento. 

Para ocultarlo de los demás y para transmitirlo a través de los siglos, crearon la Orden Masónica en 1340; pero el secreto alquímico, que es el término físico del Misterio, solo se ha reservado para aquellos que pueden salir de los velos de la alegoría, es decir, para los jefes de San Andrés del Cardo, que son Príncipes de Rosy Cross y el Gran Consejo del Capítulo. 

No hay nada en esta historia que pueda tomarse en serio, pero esto no quiere decir que no haya un vestigio de posibilidades detrás de esto. En cuyo caso, el material antiguo habría sido trabajado y adaptado a fines masónicos, inspirado en la oración de Ramsay.

(Consideración histórica del origen y desarrollo de la masonería. Arthur Edwards Waite, 1923.)

20 de febrero de 2020

Los falsos mitos en torno al origen de la masonería


A lo largo de los tiempos se ha relacionado a la masonería con una serie de leyendas sobre su origen o posibles escuelas filosóficas o esotéricas, la mayoría de estos orígenes no siempre son ciertos y no siempre se cuenta con la referencia histórica que los sustente.

No obstante, durante el siglo XVIII, muchas logias masónicas incorporaron símbolos y elementos de que derivan de tradiciones derivadas del bagaje cultural y simbólico de la masonería clásica. Por este motivo hay una generalizada confusión de los orígenes reales o al menos históricamente contrastados de los mitos que rondan la masonería.

Origin of FM


A continuación, se describen algunos orígenes míticos con los que se relaciona frecuentemente a la masonería:

Los colegios romanos: En las zonas conquistadas por el Imperio Romano, se constituían los llamados colegios romanos, los cuales tenían la función de transmitir la cultura romana en las nuevas provincias. Tuvieron cierto relieve los colegios que de alguna manera se relacionaban con lo que hoy podríamos denominar “industria de guerra”. Serían los tignarii (carpinteros); los aerarii (obreros del bronce y del cobre) y tibicines (tocadores de flauta) o cornicines (de trompeta). Cada oficio formaba una centuria, compuesta por jóvenes y ancianos (júniores-seniores). Estos colegios de artesanos no formaban centurias y no tenían derechos electorales.

La escuela pitagórica: Fue una escuela fundada por Pitágoras alrededor del año 500 B.C. Se considera que allí se establecieron las bases de las matemáticas como la ciencia. Se trataba de una sociedad casi religiosa donde el secreto era mantenido bajo juramento. No se trataba de una hermandad sino más bien de una comunidad de familias. Todo el conocimiento era transmitido verbalmente.

Los misterios de Eleusis:  Eran ritos iniciativos que se celebraban en épocas de cosecha bajo la advocación de las diosas Deméter y Perséfone, los ritos, así como las creencias de sus iniciados, eran guardados en un celoso secreto, con componentes religiosos porque tenían recompensa en una vida futura y el poder de comunicarse con la divinidad.

La tradición egipcia: Este origen mítico, pretende hacer evolucionar los constructores de las pirámides en una especie de corriente oculta de transmisión de técnicas profesionales que hubieran llegado a la edad media y eclosionarían de nuevo en las sociedades de constructores.

Los misterios mitraicos: Eran parte de una religión, el mitraismo que apareció en oriente medio en el siglo II B.C. consideraba la transmisión oral del conocimiento de iniciado a iniciado y tuvo una fuerte implantación entre las tropas romanas. Fue una gran competidora del cristianismo hasta que fue declarada ilegal en el año 391 de nuestra era por el emperador Teodosio.

Esoterismo cristiano: Algunos autores han querido ver en diversas leyendas bíblicas un origen de la masonería. Desde teorías que plantean que los hermanos Caín o Abel son en realidad una imagen de dos tipos de sociedad, una tosca e iletrada representada por Caín y una ilustrada y refinada representada por Abel siendo este el “primer” masón. Hasta teorías que relacionan la masonería con la Orden del Temple, pasando por una teoría de un cristianismo esotérico fundado por el apóstol Juan en contraposición con el cristianismo de Pablo.

Corrientes esotéricas: Incluso, entre los masones, no es infrecuente encontrar a quien especula sobre los significados esotéricos de los ritos y símbolos. Pero ¿Es la masonería esotérica en sí misma? Si nos referimos a la pura concepción del término esotérico (del gr. esoterikós) que significa interior y a su acepción moderna de oculto o reservado, quizás si pudiésemos decir que la masonería es esotérica, pues todos conservamos un silencio en base a los “secretos” que nos son confiados.

Si nos referimos a la concepción de la palabra esotérica como contraposición antagónica de exotérico (del gr. exoterikós) que significa exterior o en su acepción moderna de accesible a todo el mundo. No cabe duda de que la masonería es esotérica. Nuestra Orden se basa precisamente en la reserva de nuestros símbolos que adquieren en el interior de las logias un significado mucho más profundo que lo que a primera vista y exotéricamente tienen.

Este uso de los símbolos es precisamente lo que nos diferencia de cualquier otra asociación fraternal. Y debido a la reserva que hacemos de ellos frente a la sociedad, nos convertimos, por definición, en una sociedad esotérica. Siguiendo con la comprensión de las palabras que usamos, si por una cuestión semántica, y también real, la masonería es esotérica, los miembros somos Iniciados, ya que hemos sido instruidos en el camino del estudio de una serie de símbolos, que son, como decía antes, de corte esotérico… Pero ¿va más allá la masonería en su esoterismo? Mi opinión es que no. Los propios usos y costumbres de la masonería son los que hacen de ella lo que es, sin más, sin ir más lejos.

¿Por qué entonces la discusión racionalismo vs. esoterismo? A mi juicio es un problema de mezcla de conceptos no aclarados y mal repetidos que hoy en día, las personas que se acercan a nosotros, o no saben que somos (la mayoría) o los que saben algo, nos ven como una sociedad poseedora de misterios mágicos que obviamente no tenemos.

La lucha por desvincularnos del tópico que relaciona la masonería con toda suerte de adivinadores, grupos místicos y otras agrupaciones con creencias irracionales es compleja pero necesaria. Ya que el origen de la masonería se encuentra en el raciocinio colectivo del ser y la libertad de conciencia.

16 de noviembre de 2019

Los cuatro puntos del maestro secreto


Los cuatro puntos del maestro secreto

    En mi camino de aprendizaje y búsqueda de la verdad, aquel que me hizo iniciar la consciencia de mi ignorancia e imperfección, he utilizado con algún acierto la brújula masónica que nos enmarcan las cuatro virtudes cardinales; Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza.

Gracias a ellas, he hallado el correcto camino a los cuatro ángulos del Templo, encontrando en ellos los cuatro puntos que caracterizan al Maestro Secreto; Saber, Querer, Atreverse y Callar.

Deseo compartir con vosotros mis hermanos, este recién adquirido conocimiento, con la esperanza de que os sirva como a mí, de ayuda en nuestro camino de peregrinaje. Espero que mi corto entendimiento sea suficiente para ilustrar adecuadamente esta plancha, por lo cual os ruego no juzguen severamente mis palabras, y que me ayuden con nuestras sabias observaciones, en aquellas cuestiones que mi limitado entender no ha sabido explicar, ver o comprender.

SABER, no solo es el primer punto, es en sí mismo la unidad, representa y engloba a todos, pues en todos está presente, pero antes de adentrarnos en su desarrollo, deberemos matizar su significado para diferenciarlo de sus aparentes sinónimos; Inteligencia y Sabiduría. Inteligencia es la capacidad de adquirir conocimientos, pero no su adecuado y correcto uso. Un Hombre culto e inteligente puede ser un necio arrogante cegado por su aparente conocimiento.

sabiduría no indica ni proceso ni capacidad de adquisición de conocimientos, sino el conocimiento aplicado a sí mismo, es decir, conocer el uso adecuado y correcto de los conocimientos que uno posee. Un sencillo y humilde analfabeto puede ser un hombre sabio, que reconoce sus limitaciones y siempre está dispuesto a escuchar y aprender.

La Inteligencia no discierne, no analiza, no cuestiona; Solo adquiere y atesora, es egoísta en si misma, y si no va pareja de otras cualidades, torna en egoístas y arrogantes a quienes la poseen. La Sabiduría interpreta el conocimiento analizando, cuestionando su valor, su utilidad, reciclando todo ese análisis en el ciclo sin fin del aprendizaje continuo. Pone sus conclusiones al servicio de los demás, es altruista y desinteresada.

Y no confundamos Saber, con Sabiduría. El Saber es el proceso, la Sabiduría el resultado. Por ello, para el Maestro Secreto es importante el Saber, pues si consigue dominar el proceso, adquirirá la Sabiduría que le conducirá a su equilibrio interior.

Adquirir una información o dato, no entraña entenderlo, comprenderlo o saber usarlo. Es un conocimiento incompleto, pero que necesitamos adquirir, pues es la materia prima sobre la cual aplicamos el proceso del Saber, para llegar a la Sabiduría.

Discernir, es la capacidad de penetrar en el conocimiento, para ver y comprobar lo real, y diferenciarlo de lo ilusorio. A mayor penetración, más cerca de la realidad estaremos. La realidad tiene dos grados que coexisten de forma paralela. El exterior o material, es aquel que percibimos deforma aparente; El interior o ideal, es aquel que intuimos su existencia. Lo real, es la esencia trascendental de las cosas; el núcleo. Lo ilusorio, los cambios y variaciones externas; la superficie.
La Realidad son los principios verdaderos, La Verdad y está situada en el núcleo interior, en el centro, donde un Maestro Masón jamás puede errar. Este Centro, representado por la Cámara de En medio, la Tumba de Hiram o El centro de la Piedra Cúbica, es nuestro centro interior, al cual llegamos a través de la concentración en el silencio, para lograr la visión interior de uno mismo.

Es en esta visión interior donde uno percibe la realidad, lo más profundo de nuestro ser; la individualidad que hace a cada hombre un ser único y diferente. Somos Nosotros ante Nosotros. Por el contrario, la ilusión es la exteriorización de nuestra personalidad según los roles sociales. Somos Nosotros ante Los Demás.

Saber discernir, nos hace profundizar en nuestra auténtica realidad interior, y llegar al conocimiento íntimo de nosotros mismos. Y no debemos olvidar que estamos en un ciclo continuo, que en cada paso adquirimos un conocimiento en el cual debemos penetrar para saber discernir en él lo material de lo ideal, la realidad de lo ilusorio, la verdad del error.

Analizar, es enfrentarnos al conocimiento y aceptación de la verdad y al rechazo del error que busca la supremacía del materialismo exterior sobre el idealismo interior. Analizar, supone responder de forma constante a una pregunta; ¿Qué clase de Hombre somos? ¿Los que Saben y se aceptan, o Los que No Saben y se ignoran?

Los que No Saben, son materialistas cuya Deidad es la riqueza exterior en cualquiera de sus formas. Su atención se dirige hacia lo exterior, la ilusión periférica. Se alejan de la conciencia central de la realidad y vagan perdidos por el error que los guía.

Los que Saben, son idealistas fieles de la religión única de la verdad. Su atención se enfoca hacia el centro, hacia el espíritu interior. Han encontrado la verdadera luz, que les guía desde su interior, desde su centro espiritual, y caminan en armonía con el Gran Arquitecto del Universo.

La Luz de la realidad está en nuestro interior, para hallarla debemos alejarnos de lo material, de la evidencia exterior y adentrarnos en el centro, en el núcleo de todo, y elevarnos al reino abstracto delo ideal. El idealista vive en un plano de realidad superior, que el materialista ignora, pues la verdadera luz procede del abstracto Reino de las ideas. 

Sin embargo, si descuidamos lo material, si aislamos nuestro interior del exterior, la materialidad, a través de sus condicionantes sociales (moda, status social, apariencias, etc.), creará una corriente hacia nuestro interior bombardeando continuamente su núcleo e influyendo en nuestra personalidad, provocando un desequilibrio y caos interior, que nos provocará inseguridad, falta de confianza en nosotros mismos y dependencia del materialismo exterior.

No hay que descuidar lo material, sino dominarlo para que nuestra materialidad sea un reflejo expresivo de nuestra idealidad; Desde nuestro centro interior, la idea busca salir al exterior y materializarse en un pensamiento, palabra u acción, consiguiendo así el equilibrio individual y la paz con el Gran Arquitecto del Universo.





Valorar, es saber discernir el bien del mal. Este paso solo puede realizarse desde el interior, gracias a la serenidad que nos proporciona la luz de nuestra realidad interior. Pero para ello, debemos tener claros los conceptos de que es bueno, y que es malo.

Lo bueno, es lo que nos ayuda y favorece en nuestro progreso individual, de acuerdo siempre con las sagradas e inmutables leyes de la naturaleza. Lo malo, es lo que nos retrasa, lo que obstaculiza nuestro progreso individual, y todo aquello que atenta contra las leyes naturales.

Para valorar, el materialismo sopesa el valor y la condición de las cosas, pudiendo presentarse este trance como positivo o negativo según su cuantificación material. Sin embargo, para el idealismo el trance siempre es positivo, pues evalúa la actitud ante la oportunidad, y las oportunidades deben aprovecharse siempre, pues ante una circunstancia aparentemente adversa, con la guía de nuestra luz interior, conseguiremos reconocer una oportunidad positiva dentro de un trance aparentemente negativo.

Desde la Paz interior, todo trance debe ser acogido con serenidad y comprensión, considerando el mal aparente como una ocasión que se revela, manifestando un bien real que se hallaba escondido en un estado latente. Saber Valorar, nos ayuda a obrar según los principios de nuestro interior espiritual, y no según las circunstancias de nuestro exterior material, pudiendo así distinguir y ver la relativa importancia y utilidad de las cosas.

Entender, es conocer la realidad interior de cada una de las cosas que hemos valorado, así como su importancia y utilidad. El entendimiento real de las cosas, nos permite conocer su auténtica finalidad, así como su correcto, adecuado y debido uso. También el conocimiento de su importancia real, nos permitirá la conciliación de intereses en perfecta armonía, priorizando una u otra causa en función de las necesidades reales, de su auténtico fin y de su correcto uso.

Juzgar, es evaluar la importancia de las cosas no por su magnitud exterior, sino por la implicación y capacidad de favorecer y desarrollar nuestro interior, y nuestra armonía con la naturaleza y el Gran Arquitecto del Universo.

Por ello, debemos esforzarnos en juzgar por nosotros mismos, y no entrometernos indebidamente, en especial en juicios negativos, en lo que no nos corresponde, por muy elevada y altruista que sea nuestra finalidad. Cada uno debe cumplir con su deber, y no podemos pedirle a nadie que realice o juzgue el deber ajeno.

El Conocimiento se nos da para usarlo. Él nos ayuda a discernir la Verdad del Error, lo Justo de lo Injusto, el Bien del Mal. Cuando tras habernos juzgado interiormente nuestra conciencia nos dicta la sentencia, debemos Saber Reconocer su dictamen y aplicarlo. Debemos saber extraer de nuestro interior los valores ilusorios sobre los que se apoyan la Ignorancia, la Superstición y el Fanatismo.
No solo hemos de buscar la verdad interior, debemos ser consecuentes con ella, y reconocerla en cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones, para que sea nuestro interior el que condicione nuestro exterior.

En resumen, SABER implica todo el procedimiento que debemos seguir si deseamos alcanzar la sabiduría, que no es, sino, el uso correcto, adecuado y debido del conocimiento, para nuestro progreso y desarrollo individual interior, en armonía con todos y con todo lo que nos rodea; Con las Leyes de la Naturaleza; Con el Gran Arquitecto del Universo; y Con Nosotros mismos. Saber es adquirir, discernir, analizar, valorar, entender, juzgar y reconocer la verdad en nuestro interior. Si seguimos adecuadamente cada paso, hallaremos en nuestro interior la luz de la verdad que nos guiará a la Sabiduría.

QUERER, es el segundo punto, y manifiesta una voluntad que está presente en nosotros siempre, independientemente de nuestro materialismo o idealismo. De nuestra superficialidad, nacen deseos y voluntades que provienen de las limitaciones ilusorias de nuestro ego, convirtiéndonos en seres egoístas.

A través del SABER, nuestra voluntad interior es purificada y elevada a un plano espiritual. El Maestro Secreto que en el Santuario de su corazón haya buscado, encontrado, reconocido y aceptado su realidad interior, está iluminado por la verdad, y no hará ni deseará ninguna cosa que no sea la perfecta manifestación de su realidad interior, por lo cual, todo lo demás, lo exterior, lo material, cesará de tener poder de atracción sobre él.  Así es como el Maestro Secreto domina su voluntad individual, haciéndola más poderosa, consiguiendo una más perfecta y libre expresión de sí mismo, y eliminando los deseos ilusorios negativos, provenientes de nuestro exterior material.

QUERER, es desear. Y desear es dirigir nuestra voluntad. Este punto representa lo dual, a través de la dualidad SABER-QUERER, pues si en nuestro interior no hemos conseguido saber discernir el bien del mal, si no hemos hallado nuestra realidad interior, nuestro centro espiritual de donde emana la Luz de la Verdad, nuestra voluntad será corrompida por los deseos ilusorios del exterior y seremos esclavos de lo material.

QUERER, es dirigir nuestra voluntad interior hacia el exterior, concentrando y elevando nuestros deseos, fijándonos en la esencia interior y originaria de las cosas, y no sobre su apariencia exterior.
QUERER es despertar esa voluntad dormida, latente en nuestro interior; Es la tumba de Hiram de la que debemos resucitar; Es la palabra perdida que debe ser encontrada y reconocida. Y la llave para llegar a esa voluntad dormida está en nuestro interior, en nuestro centro espiritual, en nuestro corazón.

ATREVERSE, es la voluntad traducida en acción, que nace de la Dualidad SABER QUERER, transmutándose en la Trinidad SABER-QUERER –ATREVERSE. Una vez hemos discernido el Bien del Mal, hallada nuestra realidad interior, guiada nuestra voluntad por la Luz de la verdad que emana de nuestro corazón, es el momento de actuar, de ATREVERSE a manifestar el interior idealista y hacer que este prevalezca sobre el exterior materialista. Debemos atrevernos a buscar en toda cosa su punto de origen y la realidad central que la causa, fijando sobre estala punta del compás de la comprensión, con la seguridad de que el otro extremo del compás producirá por sí mismo, una adecuada manifestación exterior, en el círculo de la existencia donde se mueve.

El atrevimiento es la inspiración que baja del cielo, en respuesta a nuestras aspiraciones purificadas, que emanan desde nuestro interior guiadas por nuestra voluntad espiritual. Tras el paso del SABER y del QUERER, solo queda esperar la respuesta de la acción. Mas esta no es inmediata, ni innata. Podemos decidir continuar en estado latente, dormido, sin realizar acciones concretas que sean consecuencia del SABER-QUERER.

Por ello, el verbo que forma esta trinidad no es ACTUAR, pues la pasividad es una forma de acción que no responde a la coherencia exigida en la dualidad SABER-QUERER. ATREVERSE, nos obliga a ser consecuentes con nuestra realidad interior, nuestro pensamiento y nuestra voluntad espiritual, pese a que ello implique esfuerzos y sacrificios.

ATREVERSE, adquiere un reforzado significado en una sociedad como la actual, que vive muy pendiente de los signos exteriores, donde el relativismo evita cualquier situación compleja que pueda exigirnos algún tipo de esfuerzo y sacrificio.

ATREVERSE a manifestar nuestro interior espiritual en nuestra carcasa exterior material, ATREVERSE a que nos conozcan realmente como somos, ATREVERSE a contagiar a nuestros semejantes con nuestros pensamientos, palabras y acciones, es un paso decisivo y nada fácil, pero es una obligación de coherencia interior, pues de lo contrario, la dualidad SABER-QUERER habrá fracasado en su intento de iluminación interior.  

El dominio de la mente comienza por la seguridad en uno mismo, en sus propósitos, por lo cual debemos asegurarnos que son las inspiraciones divinas que descienden en respuesta de nuestras aspiraciones superiores. El desinterés altruista caracteriza a las inspiraciones divinas, frente al egoísmo materialista que caracteriza a las tentaciones materiales, que se presentan a cada momento, forzándonos constantemente a elegir. Por ello, en la meditación del silencio y en la constante concentración mental, hallaremos la fortaleza que nuestra mente precisa para acometerla acción, que será rectamente dirigida cuando la iluminan nuestras más altas inspiraciones.

ATREVERSE, es nuestro verdadero deber, que es expresar o manifestar la Luz que se halla latente en nosotros, según la voluntad manifestada por el Gran Arquitecto del Universo en nuestro interior. Para el cumplimiento de este deber, usaremos adecuadamente la escuadra, que mide lo material, con el compás que comprende lo espiritual, buscando una actitud de tolerancia y comprensión que nos aleje del fanatismo, la superstición y la ignorancia. La perfección se haya constantemente en el medio, entre la escuadra y el compás. Por ello, el Maestro Secreto coloca entre estos dos instrumentos la llave del iluminado entendimiento que lo caracteriza, emblema de la armonía que realiza entre el juicio y la comprensión.

ATREVERSE, es el resultado natural de la firme concentración que ha producido nuestro QUERER, habiéndonos establecido firmemente sobre la unidad central. Nada debe alejarnos del sendero interior, único en el que se encuentran nuestras posibilidades de progreso.

CALLAR, es el cuarto punto que cierra el círculo. Es también la cuadratura del ciclo de la actividad, SABER-QUERER-ATREVERSE-CALLAR., que muestra la perfecta relación del centro con la periferia. CALLAR es silencio y el poder que esta encierra. Cultivar el silencio en nuestros proyectos y actividades es asegurar su éxito; Propicia el apoyo de los Poderes Invisibles que únicamente en el silencio encuentran un medio de expresión. Las fuerzas de la Naturaleza actúan en silencio, y en silencio cumplen sus mayores milagros. El ruido es la energía desperdiciada por la falta de concentración, por lo cual, debemos esforzarnos en trabajar en la armonía del silencio, virtud qué nos enseña la masonería desde nuestra admisión, y que nos recuerda especialmente en este grado que lleva como nombre “Secreto”, y como signo, el Signo de Silencio.

Debemos CALLAR respecto de lo que somos, sabemos, queremos y hacemos, pues hablar es síntoma de vanidad. El hombre que habla demasiado, es esclavo de sus palabras. Y son nuestras acciones las que deben hablar por nosotros, pues debemos brillar por nuestra propia luz que surge desde nuestro interior.

La virtud del silencio debe considerarse bajo el aspecto dual de la disciplina exterior y la realización interior. Este aspecto dual se refleja claramente en la triple dualidad que forma con los otros puntos; SABER-CALLAR; QUERER-CALLAR; ATREVERSE-CALLAR.

La disciplina exterior, es SABER-CALLAR todo lo que no se considere útil o necesario, venciendo y dominando la locuacidad instintiva que nace de la vanidad y la falta de reflexión. Hay que SABER-CALLAR todo lo ilusorio, y lo que no ayude ni favorezca la plena manifestación de nuestra realidad interior.

En la realización interior, QUERER-CALLAR manifiesta la voluntad interior de concentrarse en el silencio de los sentidos para llegar al corazón de nuestro ser, que es la esencia de la vida y nuestro principio más elevado.

ATREVERSE-CALLAR, es la acción consecuente de las anteriores dualidades. No hablar sobre uno mismo, aunque sea para defenderse, pues lo que uno puede decir de sí mismo nace de la personalidad ilusoria y refuerza la vanidad; o Buscar en el silencio la concentración necesaria para hallar nuestro centro espiritual, son acciones consecuentes de ATREVERSE-CALLAR. CALLAR es silencio, y la práctica de la concentración mental es el medio para alcanzar el corazón de la sabiduría. Concentrarse interiormente es el complemento necesario de la práctica del silencio exterior, y el medio en que la mente calla toda vana palabra interior, o pensamiento que no expresa la realidad.

El Maestro Secreto encuentra en la palabra de paso y el signo de silencio, aquello de lo que no se puede hablar por estar más allá de toda palabra, pensamiento o expresión verbal. Debe reflexionar y meditar en el silencio del ser, para hallar el secreto entendimiento de la realidad, cuyo resplandor interior ilumina el santuario de nuestro corazón en una mística y única experiencia. Concluido este punto, hermanos míos, solo me queda ser consecuente y SABER-CALLAR, esperando en mi silencio interior nuestras conclusiones a esta humilde plancha.